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“Es hora de frenar las ambiciones hegemónicas de China continental”: Taipéi Times

Un artículo de opinión publicado este viernes por Taipéi Times se pregunta por qué si la República Popular China es la fuente obvia del origen del CVID-19 que ya ha contagiado a más de 180 millones de seres humanos y ya supera los 3.9 millones de fallecidos, al resto de las naciones les resulta difícil señalar al culpable y exigir responsabilidades.

El escrito firmado por el escritor Jerome Keating, precisa que todo hace indicar que las ganancias de cada nación que comercia con China supera el bien del conjunto, es decir, en detrimento de los demás. “Los virus se preocupan poco por las fronteras nacionales, también ignoran la supuesta superioridad de cualquier raza, clase, cultura, religión o reclamo territorial” señala el autor del artículo.

Agrega que muchos países probaron esa afirmación con la epidemia del SARS de 2003. “Deberían haber aprendido desde entonces y no lo han hecho, tal vez por que el SARS no se había extendido lo suficiente por el mundo y no mató a muchas personas antes de ser contenido”.

Keating dice que el COVID-19 es diferente porque llega como una llamada de atención y, sin embargo, las naciones aún no están preparadas para enfrentarlo. Falta transparencia y honestidad sobre el origen del virus, remarca enfático.

Según el autor del artículo este tipo de responsabilidad va mucho más allá de criticar a China por sus abusos a los derechos humanos o sus leyes draconianas. Aborda cómo este virus pone en peligro a toda la humanidad y cómo se necesita información creíble. Sin embargo, cuestiona, las naciones siguen reacias a exigir responsabilidades. ¿Cuántos más deben morir hasta que esto suceda?.

Haciendo números, el articulista que vive en Taipéi, señala que Estados Unidos había reportado la mayor cantidad de muertes entre todos los países con 603, 181 y una tasa de mortalidad de 1,857 por cada millón de habitantes. China afirma haber tenido solamente 3 muertes por cada millón de habitantes. ¿Cómo es esto posible?

Esto nos lleva a una serie de interrogantes sobre confiabilidad y credibilidad, dice Keating quien se hace otra pregunta que parece inverosímil ¿Cómo puede China ocupar el puesto 100 entre 220 naciones y territorios en casos y muertes?  Desde el principio China había estado ocultando el virus hasta que ya no pudo contenerlo.

¿Por qué no ha habido demanda de honestidad con respecto a sus informes de casos y muertes? “Esto no es ciencia espacial ni matemáticas compleja. En cambio todo lo que existe es una brecha de credibilidad extrema. ¿Por qué todo el mundo, incluida la Organización Mundial de la Salud (OMS), le ha dado a China un pase libre de responsabilidad por sus números?

China también ha impedido que Taiwán, uno de los principales defensores y gestores del control del virus, participe en la solución de la crisis. Utiliza su influencia para bloquear la participación de Taiwán en la Asamblea Mundial de la Salud. Una vez más surgen más preguntas ¿por qué?

La política es la respuesta simple. “No es ningún secreto que China codicia a Taiwán, y mediante métodos como restringir su participación en los asuntos mundiales, espera aislarlo y tomarlo. Opina el articulista que la razón estriba en el poderío económico porque el gigante asiático también ambiciona controlar el Mar Meridional y todas sus rutas marítimas y para hacer eso debe controlar a Taiwán. Este es el meollo del asunto.

Según el escritor es en este situación en el que debe entrar a jugar Estados Unidos como líder mundial aunque cuestiona que tras la segunda guerra mundial y en el Tratado de Paz de San Francisco de 1952, Washington como principal vencedor en la región del Pacífico, pudo ser determinante sobre el estatus de Taiwán.

“Sin embargo, por una razón u otra, continuamente ha pateado la lata por el camino y ha pospuesto la toma de cualquier decisión definitiva sobre el futuro de Taiwán” se lamenta el escritor. No obstante, dice que después de 75 años, Estados Unidos se ha dado cuenta que sus posiciones basadas en ambigüedades ya no son sostenibles. En ese contexto manifiesta que el COVID-19 ha expuesto no sólo hasta donde puede llegar China para enmascarar su ambición, sino también como está dispuesta a sacrificar la salud del planeta para lograr ese objetivo.

Keating opina que Estados Unidos y el resto de las naciones deben enfrentar esta realidad, China está dispuesta a poner todo en riesgo para satisfacer sus ambiciones hegemónicas.