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El mundo elogia a Taiwán por su exitosa estrategia para derrotar al COVID-19

¿Cómo se explica que un país insular de más de 23 millones de habitantes, con una densidad de 668 habitantes por kilómetro cuadrado y con una superficie de un poco menos de 36.000 mil kilómetros cuadrados (ocupa el lugar 56 entre 196 países),  y a una distancia media de las costas de China continental de 180 kilómetros con un mínimo de 130 kilómetros en los puntos más próximos, haya podido gestionar con éxito la pandemia de COVID-19, a tal punto que tiene una de las tasas del virus per cápita más bajas del mundo?

La profesora de epidemiología y estadística biomédica de la Universidad de Dublín, Patricia Fitzpatrick, en un artículo escrito en The Conversation y reproducido por BBC Mundo, enumera una serie de medidas aplicadas por las autoridades taiwanesas enfatizando que en el país nunca se impuso un confinamiento y ha lamentado la muerte de 11 personas desde que comenzó la pandemia.

La académica recuerda que desde la aparición del virus Taiwán era considerado un país de alto riesgo debido a su proximidad a China y a los frecuentes viajes que se desarrollan entre ambas naciones. Con un historial de Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS) en 2003, que no se consideró que se manejara adecuadamente en aquella fecha, en esta oportunidad el gobierno de Taiwán que preside Tsai Ing-wen, actuó rápidamente para cerrar sus fronteras.

En ese sentido, la profesora de epidemiología dice que el 20 de enero de 2020 la Isla estableció un Centro de Comando Central de Epidemias para coordinar la cooperación entre diferentes ministerio y Agencias gubernamentales, y entre el gobierno y las empresas.

Un nuevo estudio publicado en la Revista de la Asociación Médica Estadounidense (JAMA), ha examinado más a fondo por qué a Taiwán le fue tan bien en la conquista de la COVID-19. Los autores del estudio de una variedad de institutos y hospitales en Taiwán y EEUU compararon la efectividad estimada de dos tipos de política para COVID-19 en los primeros meses de la pandemia: medidas basadas en casos y en la población.

Las medidas fundamentadas en casos incluyen la detección de personas infectadas mediante pruebas, el aislamiento de casos positivos, el rastreo de contactos y la cuarentena de los contactos cercanos durante 14 días. Las medidas cimentadas en la población incluyeron políticas para el uso de mascarillas, higiene personal y distanciamiento social.

Fitzpatrick explica que los efectos de estas políticas se cuantificaron estimando el número de reproducción efectivo (número R). El número R es una forma de calificar la capacidad de propagación de una enfermedad infecciosa; representa el número promedio de personas a las que un individuo infectado transmitirá un virus.

“Un número R mayor mayor que 1 significa que el virus continuará propagándose y los brotes continuarán, mientras que un número R por debajo de 1 significa que los números de casos comenzarán a reducirse” señala la profesora Firzpatrick.

Ilustra que hay estudios previos en otros países que simularon escenarios hipotéticos al contrario de Taiwán, que combinó modelos de transmisión con casos reales detallados para estimar la efectividad. Los autores recopilaron datos de 158 casos entre el 10 de enero y el primero de junio de 2020, de los Centros para el Control de Enfermedades de Taiwán, y todos los casos fueron confirmados mediante pruebas de PCR.

Los datos estaban combinados a casos adquiridos localmente, grupos confirmados y casos importados de personas que ingresaron a Taiwán antes del 21 de marzo de 2020. Luego compraron los resultados que encontraron en Taiwán con un número R estimado de 2,5 basado en el número equivalente estimado de la cercana China al comienzo de  su brote de COVID-19.

LA COMBINACIÓN GANADORA

El estudio encontró que las políticas que se basaban solo en casos, como el rastreo de contactos y la cuarentena de infectados, podían reducir el número R de 2,5 a 1,53. La cuarentena fue la medida que más contribuyó  a reducir el número R.

Las intervenciones basadas no pudieron prevenir sustancialmente la transmisión de una persona a otra, pero lograron reducir la transmisión de esos casos secundarios a una tercera o cuarta persona, siempre que los contactos cercanos estuvieran en cuarentena. Mientras tanto, las políticas poblacionales como el distanciamiento social y el uso de mascarillas redujeron el número R de 2,5 a 1,3.

Los autores concluyeron que fue la combinación de políticas basadas en casos y políticas cimentadas en poblaciones, junto con una adherencia generalizada de los habitantes, lo que llevó al éxito de Taiwán para contener el virus.

Vale la pena señalar que los resultados del estudio reflejan una época en que las nuevas variantes con mayor transmisibilidad no eran un problema. Sin embargo, Taiwán tiene la capacidad de verificar la introducción de nuevos casos a través del control fronterizo y los autores advierten que los hallazgos de este estudio pueden no ser totalmente aplicables a otros países.

Afirman, además, que el rastreo intensivo de contactos no es posible cuando los sistemas de salud pública están abrumados. “Esto nunca existió en Taiwán debido al éxito de sus estrategias, pero sí tuvo lugar, por ejemplo en Irlanda en enero de 2021 que experimentó una dañina tercera ola de COVID-19.

El estudio también encontró resultados similares para la cuarentena de 7 y 14 días y sugiere que el período de cuarentena de personas contagiadas podría acortarse. Algunos países, incluido Estados Unidos, están considerando esto pero a la fecha no se ha introducido de manera generalizada.

“Ya sabíamos que había mucho que aprender del éxito de Taiwán para evitar que la COVID-19 se afianzara” precisa la profesora Fitzpatrick, mientras Taiwán poco a poco ha vuelto a la normalidad.