A ocho meses de las elecciones generales en Nicaragua para elegir Presidente, un Vicepresidente, 92 legisladores y 20 al Parlacen, la oposición sigue perdida en su laberinto obnubilada por intereses personales y más dividida que nunca, pese a los supuestos esfuerzos por lograr la unidad y presentar un candidato que los represente el próximo 7 de noviembre.
En el país centroamericano la Ley Electoral establece que la campaña electoral para elegir Presidente de la República tiene una duración de cuatro meses, es decir, que el tiempo juega en contra de estos grupos que no han tenido la capacidad siquiera de establecer un compromiso unitario, al contrario, cada día aparece un nuevo o una nueva aspirante que promete derrotar al FSLN y sus aliados dentro de la coalición Unida, Nicaragua Triunfa.
Quizá lo más saludable para la democracia nicaragüense es que compitan todos contra todos, sin embargo, hay parámetros que se deben respetar como en todas partes del mundo. En julio de 2020, el Consejo Supremo Electoral (CSE), emitió una resolución ampliando el plazo para que los partidos políticos llenaran los requisitos establecidos para obtener su personalidad jurídica, en una clara apertura de la Ley Electoral.
Sin embargo, desorientados políticos empezaron a atacar esa disposición con un argumento tan infantil como ridículo de que el Presidente Daniel Ortega Saavedra intentaba dividir a la oposición. Quizá ya perdieron la oportunidad de abrir el abanico de oportunidades con otras banderas partidarias porque las que tienen ahora (apenas dos) para participar en los comicios, sus dueños exigen más de lo que tienen y pueden ofrecer.
En el transcurso de esta semana el ex embajador en Washington, Arturo Cruz, anunció sus intenciones de postularse a la presidencia de la República, no pasaron 24 horas cuando desde la oposición le llovió fuego cruzado recordándole su labor como diplomático del gobierno de Ortega Saavedra y de ser uno de los defensores de la creación del Canal Interoceánico.
Cruz dijo que le gustaría ser el candidato con la bandera del partido Ciudadanos por la Libertad (CxL). Eso fue suficiente para que desde la otra orilla de la oposición, los que se aglutinan en la denominada Coalición Nacional, despotricaran contra el académico en un intento por descalificarlo antes de empezar oficialmente la batalla.
Como es obvio, todos los aspirantes afirman estar dispuestos a trabajar por el país sin embargo, todos esconden sus propios intereses o al menos eso piensan que cree el pueblo que durante las tres últimas elecciones les ha dado la espalda.
Dentro de la coalición de gobierno hay institutos políticos serios que están trabajando hombro a hombro con el FSLN, entre ellos el Partido Unidad Cristiana (PUC) que lidera el Diputado ante el Parlamento Centroamericano (PARLACEN), Daniel Ortega Reyes, Vicepresidente de la Comisión de Relaciones Internacionales y Asuntos Migratorios, cuya labor ha sido reconocida por destacados miembros del partido de gobierno.
Unida, Nicaragua Triunfa cuenta con una variedad de partidos políticos que aglutinan a ex contras, líderes religiosos, liberales, representantes de la Costa Caribe y personalidades que comulgan con ideología disímiles pero que al final comprenden que Nicaragua es primero.
Esto hace la gran diferencia entre el Frente Sandinista y sus aliados y la denominada oposición, que estos últimos años se ha dedicado a la vil tarea de pedir sanciones contra el Estado de Nicaragua y sus funcionarios. Sin embargo, el pueblo y su gobierno ha resistido las presiones y las injerencias externas de instituciones controladas por Estados Unidos.
Cuando esta historia se aproxime al 7 de noviembre la boleta electoral para presidente tendrá al menos cuatro candidatos, el que represente o la que represente al FSLN y sus aliados, CxL en la Alianza Cívica, la Coalición Nacional y el Partido Liberal Constitucionalista (PLC).
En la imagen de portada, el presidente y representante legal del Partido Unidad Cristiana (PUC) Daniel Ortega Reyes, durante un evento partidario.
