Ingrese búsqueda de palabras claves y presione "Enter".

El pueblo de Nicaragua no se equivocará en noviembre, debe ratificar al FSLN y sus aliados

Los resultados de algunas elecciones presidenciales y legislativas desarrolladas en algunos países latinoamericanos han desbordado, en buena parte, los pronósticos de las firmas encuestadoras y sorprendido a medio mundo por insólito que parezca. Las legislativas en El Salvador efectuadas  a fines de febrero, si bien auguraban un triunfo del partido político del actual presidente, Nayib Bukele, nunca se imaginaron que pulverizaría a la oposición hasta casi desaparecerla terminando con tres décadas de bipartidismo de ARENA y el FMLN.

El pueblo salvadoreño le dio un mandato con plenos poderes a Bukele, a quien los políticos y los medios de comunicación han calificado como un personaje con desvaríos autoritarios, militarista, con señalamientos de corrupción, una cuestionable gestión económica y un irrespeto monumental por los derechos humanos.

¿Se equivocó el pueblo salvadoreño al depositar en Bukele todo el control del aparato del Estado? Siempre se ha dicho que los pueblos no se equivocan, pero pueden repetir la historia de desaciertos de sus gobernantes.

En Ecuador, los sondeos de opinión le otorgaban al candidato Andrés Arauz, un político relativamente joven moldeado en el “correísmo” un triunfo holgado en primera vuelta sobre dos experimentadas figuras de la derecha, sin embargo, los números señalaban que habría segunda vuelta.

Arauz obtuvo en la primera vuelta un poco más del 32 por ciento de los votos sobre casi el 20 por ciento de sus competidores más cercanos. El millonario banquero Guillermo Lasso y el indígena Yaku Pérez. ¿Qué pasó en Ecuador el domingo último? Que Lasso, por inaudito que parece, logró más del 52 por ciento de los votos en la segunda vuelta, 32 puntos más que en la primera cita electoral a principios de febrero, mientras que Arauz obtuvo un crecimiento del 15 por ciento. ¿Se equivocó el pueblo ecuatoriano al dar un giro radical hacia la derecha?

En Perú está ocurriendo algo similar. 18 candidatos fueron a las elecciones presidenciales recientemente y aunque parezca ficción, la mitad de ellos y ellas, tienen cuentas pendientes con la justicia peruana, no obstante, el tribunal electoral los habilitó para participar.

Pero lo sorprendente de los resultados es que los dos candidatos que lograron pasar a segunda vuelta, uno de ellos el más votado, Pedro Castillo, no alcanzó siquiera el 20 por ciento, mientras que la señora Keiko Fujimori, que por tercera vez busca la presidencia, tiene un lastre de cuentas judiciales y del pasado por su padre por diversos crímenes.

Castillo, un maestro y sindicalista, lo etiquetan de izquierda, sin embargo, no difiere mucho de Fujimori en sus propuestas políticas, están en contra de la igualdad de género, el matrimonio homosexual y el aborto. Sin dudas, Perú ha dado un giro ultraconservador. Para variar, el congreso tendrá una bancada de la ultraderecha católica.

¿Se equivoca el pueblo peruano al llevar a la presidencia de la República a dos personajes con las credenciales políticas ya señaladas?

En Bolivia, que tiene en la primera magistratura a un presidente progresista y de izquierda, Luis Arce en representación del Movimiento al Socialismo (MAS) fundado por el expresidente Evo Morales, sufrió un fuerte traspiés el domingo pasado al haber perdido las cuatro elecciones de gobernadores en ciudades importantes del país sudamericano. Algunos de los ganadores son disidentes del MAS, sin embargo, ya no simbolizan a esa formación política.

Mientras vemos como algunos países latinoamericanos han dado un giro hacia la ultraderecha conservadora, en Nicaragua el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y sus aliados más cercanos, entre ellos el Partido Unidad Cristiana (PUC), deben estar viendo con lupa estos acontecimiento políticos en nuestra región.

Por supuesto, los contextos políticos son diferentes, en el país centroamericano el gobierno de Daniel Ortega Saavedra ha priorizado, en medio de la pandemia y la crisis económica mundial que ella ha provocado, los programas sociales para fortalecer la educación y la salud, construcción de carreteras, modernos hospitales en zonas cuyos habitantes jamás imaginaron contar con una infraestructura de primer mundo.

El mandatario nicaragüense ha contado con el apoyo invaluable de partidos políticos aliados y algunos de sus líderes así lo han demostrado en innumerables ocasiones, como el Presidente y Representante legal del PUC, Daniel Ortega Reyes, que además ha desempeñado un excepcional trabajo, reconocido por los mismos sandinistas, desde la Comisión de Relaciones Internacionales y Asuntos Migratorios del Parlamento Centroamericano (PARLACEN).

El gobierno ha logrado también un manejo de la economía muy aceptable a pesar de la pandemia, con un crecimiento notable de las exportaciones y control de la inflación, gracias a las políticas impulsadas por el Ejecutivo de no confinar al pueblo, como lo hicieron otros países con las consecuencias catastróficas para sus economías.

El pueblo de Nicaragua, por esas y muchos otros argumentos de peso, no debe equivocarse el 7 de noviembre y ratificar al FSLN y sus aliados para que continúen los beneficios a las mayorías y seguir combatiendo la pobreza hasta erradicarla para siempre.

En la imagen de portada, el Presidente del PUC, Diputado ante el PARLACEN, Daniel Ortega Reyes, en una sesión de trabajo del foro legislativo regional.