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Crónica de una derrota anunciada para la oposición en Nicaragua

La oposición política en Nicaragua lleva meses jugando a la unidad sin lograr ese objetivo porque quienes más hablan de ella son los que en la práctica no la quieren y no la trabajan por cálculos políticos. Hay muchos rostros conocidos y curtidos en la política nacional que cuando no les gustó determinada estrategia asumida por los que dirigen estas agrupaciones, simplemente se fueron sin embargo, ahora, se autoerigen en promotores de la unidad opositora sin que hayan tenido eco esos supuestos esfuerzos que más bien es una aproximación al protagonismo mediático.

Día a día voceros de oficio de la oposición predican sobre la cada vez más lejana posibilidad de unidad. Hablan de reformas electorales, garantías democráticas, observación nacional e internacional, piden sanciones a EEUU y Europa para el gobierno de Daniel Ortega, sin embargo, a lo interno, han sido incapaces de ponerse de acuerdo en aspectos vitales como la selección de un candidato único o en qué casilla van a participar, si es que lo harán en noviembre próximo.

¿Está interesada la oposición en derrotar electoralmente a Ortega Saavedra y al Frente Sandinista y sus aliados? Las sospechas de que en este jueguito de la unidad hay quienes tratan de imponerse y parece que lo están logrando, de que es preferible utilizar los dos “carros” que tiene hasta ahora la oposición por una simple operación numérica.

Dos opciones es mejor que una, consideran quienes están claros del juego. Es decir, si vamos todos en una sola casilla mis posibilidades de ir en una lista de candidatos a diputados a la Asamblea Nacional o al Parlamento Centroamericano (PARLACEN), se reducen drásticamente mientras que si vamos en dos casillas, mis oportunidades crecen aunque la competencia será muy apretada por no decir a “muerte”.

Es creíble también que estos viejos zorros de la política que juegan a la unidad pero sin ningún sustento estratégico, porque precisamente ese es su fin, están convencidos que algunos de los “presidenciables” no podrán participar en las elecciones de noviembre por efectos de la Ley de Defensa de los Derechos del Pueblo a la Independencia, la Soberanía y la Autodeterminación parala Paz.

Aquellas personas que de una u otra forma han alterado el orden constitucional o incitado a la injerencia extranjera en los asuntos internos, no podrán optar a cargos de elección popular. Las autoridades nicaragüenses han identificado hasta la saciedad a estos políticos que no obstante, continúan promocionándose como los salvadores del país toda vez que derroten a Ortega Saavedra.

Otro problema y no menos serio de la oposición es la visión diametralmente opuesta que tienen sus dirigentes de tratar de materializar la unidad. Está la denominada coalición nacional que quiere un solo bloque con un candidato único y la que se hace llamar alianza ciudadana que plantea unidad alrededor suyo y con Ciudadanos por la Libertad (CxL) dirigiendo la orquesta, porque es el que tiene casilla en esa alianza.

El Partido Restauración Democrática (PRD) que gobierna Saturnino Cerrato, es el otro vehículo que tiene la oposición para participar en las presidenciales y legislativas. Sin embargo, a algunos les ha asaltado la duda de que tan segura es la casilla del PRD que ya tiene experiencia electoral, en las municipales del 17 y las regionales de la Costa Caribe en 2019. Cerrato, incluso, ya fue candidato a la presidencia en noviembre de 2016 por la Alianza Liberal obteniendo un 4.3 % de los votos.

Quizá el único flanco débil que asoma dentro de la coalición que encabeza el FSLN y sus aliados, entre ellos el Partido de Unidad Cristiana (PUC)  y la Resistencia Nicaragüense, es el de las presiones externas alentadas por políticos locales, sin embargo, las elecciones de noviembre serán en Nicaragua y los electores los nicaragüenses, quienes decidirán si el FSLN y Unida, Nicaragua Triunfa, conservará el gobierno y la mayoría legislativa.

En la imagen de portada, el presidente del Partido Unidad Cristiana (PUC), aliados del FSLN,  Daniel Ortega Reyes, durante un evento político de fortalecimiento de las estructuras partidarias.