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Prensa enloquecida e histérica se lanza contra Putin, pero el líder ruso ni se inmuta

La operación militar especial ordenada el jueves pasado por el Presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, en el este de Ucrania, en concreto a las regiones rebeldes pro-rusas de Donetsk y Luhansk a petición de sus líderes, ha escalado el conflicto en la medida que Estados Unidos y Europa, como siempre, tratan de sacar ventajas a través de una de sus herramientas más desprestigiadas del mundo, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, que contraviniendo una serie de acuerdos, ha ido avanzando hacia las fronteras rusas incorporando a varios países que algunas vez formaron parte de la antigua URSS, poniendo en peligro la seguridad de Rusia, que ha objetado dichos movimientos.

En este escenario las potencias occidentales han desplegado todo un arsenal militar hacia Ucrania y los países que tienen fronteras con Rusia para defenderse del “Oso” ruso que lleva años denunciando que occidente ha irrespetado los acuerdos de paz en el este de Ucrania. Ese acuerdo establecía, entre otros asuntos, que la OTAN no avanzaría hacia el oriente europeo, es decir, a las puertas de las fronteras rusas, sin embargo, ahora varios países de la extinta URSS son miembros de la OTAN y Ucrania ha pedido a gritos su incorporación a la alianza.

“Los acuerdos de Minsk ya no existen, nosotros reconocemos a la República Popular de Donetsk (DNR) y a la República Popular de Luhansk (LNR)” dijo Putin recientemente. “¿Para que implementarlos si hemos reconocido la independencia de estas regiones?” agregó el mandatario.

En ese sentido Putin insistió que durante 8 años Rusia estuvo interesada en aplicar dichos acuerdos tras recordar que fue uno de los autores, porque eran el resultado de un compromiso. Sin embargo, lamentó que posteriormente las autoridades ucranianas “bloquearon dichos acuerdos” y ahora cayeron en desuso.

La gran prensa occidental ha ignorado deliberadamente que Estados Unidos y algunas potencias europeas respaldaron esos acuerdos para satanizar al líder ruso, proyectándolo como el “malo de la película” y a Ucrania como la débil nación. Es entonces que entra en juego la coreografía diseñada por Washington y otras capitales europeas para ir en rescate de los ucranianos a punto de ser “devorados” por el “maligno” de Putin.

Toneladas de sofisticadas armas han sido desplazadas hacia Ucrania y países vecinos aliados de Washington así como miles de millones de dólares en “ayuda” para la defensa de sus territorios ante lo que consideran las nuevas “ambiciones imperiales” de Moscú.

Henry Kissinger dijo hace ocho años sobre el dirigente ruso: “Putin es un estratega muy serio bajo los parámetros de la historia rusa”. Los líderes y la prensa en Washington, Londres, Berlín, París y Kiev, para mencionar algunos, han menospreciado al presidente de la Federación de Rusia demonizando sus acciones y hasta llegar a compararlo con Hitler.

¿Acaso no fueron auténticas las intervenciones de Estados Unidos a lo largo de las últimas décadas en Asia, África, Europa y América Latina, justificando guerras con premisas falsas, asesinatos de líderes políticos, jefes de Estado, secuestros, muerte de civiles? Y ¿acaso también no es verdad que Europa dio su consentimientos a dichas aventuras mortales acompañando a las tropas invasoras estadounidenses o simplemente haciendo la vista a un lado?

Esas acciones intervencionistas fueron aplaudidas, justificas y magnificadas por la prensa estadounidense y europea con honrosas excepciones, y esa misma prensa es la que ahora sataniza a Putin, que a la larga, no hacen mella en el líder ruso, acostumbrado a lidiar con ella.