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Elecciones cruciales para el estatus político de Taiwán

Más de 19 millones de taiwaneses decidirán este próximo sábado si votan por reafirmar el “statu quo” con respecto a China Continental que enarbola el Partido Democrático Progresista (PDP) y su candidata a la reelección, la presidenta Tsai Ing-wen o giran hacia posiciones más conciliadoras al otro extremo del estrecho, votando mayoritariamente al Kuomintang.

En estas elecciones también está en juego la renovación total del legislativo (113 escaños) cuya expectativa radica en que si el PDP es capaz de mantener la mayoría de los asientos (68) obtenidos en los comicios de 2016. En esa ocasión, el oposito Kuomintang logró apenas 35 curules. Al respecto, los analistas consideran que es muy difícil pensar en un resultado similar al de hace cuatro años para el partido en el poder tras la contundente derrota sufrida en las elecciones de alcaldes de 2018 cuando perdió importantes plazas, incluyendo Kaohshiung, bastión electoral del PDP.

Caso contrario sucede con la candidata a la reelección en donde los pronósticos y las encuestas de opinión la ven como favorita sobre el candidato de la formación política de oposición más fuerte, Han Kuo-yu. Hace cuatro años Tsai obtuvo más del 56 por ciento de los votos válidos, sin embargo, hoy ese porcentaje no parece estar a su alcance, pero igual, las proyecciones indican que lograría entre el 50 y el 52 por ciento.

Taiwán ha sobrevivido a las presiones de China por siete décadas desde que los nacionalistas, tras perder la guerra ante las fuerzas comunistas dirigidas por Mao, se refugiaron en la isla, convirtiendo a esa pequeña porción de tierra en una nación próspera hasta ser considerada la 22 economía mundial y uno de los socios comerciales más importantes de EEUU.

Estos datos así como el quehacer diario de una jornada electoral, en un país con instituciones sólidas, donde hay un  equilibrio entre los poderes del Estado y se respetan las reglas de la democracia, pasarían desapercibidos a la vista de todo el mundo a no ser por la posición estratégica de la isla y las intenciones pretendidas por China de anexión por “las buenas” o por “las malas”, es decir, a través de un proceso político negociado o por la fuerza de las armas.

La presidenta Tsai ha reiterado que Taiwán es una víctima constante de las amenazas de China cuyo objetivo es bien claro, que Taiwán abandone su soberanía. Incluso, ha dicho que la isla no acepta ni aceptará la reunificación bajo los términos de China de “Un país, dos sistemas”, la relación que rige para Hong Kong que lleva meses de intensas protestas lideradas por jóvenes que ven en serio peligro las libertades de las que disfrutan en esa región administrativa especial de China.

La campaña electoral taiwanesa también puso su foco en Hong Kong que a juicio de portavoces de la campaña de Tsai los sucesos en la isla “simbolizan el fracaso total de un país dos sistemas para Taiwán”. En el mandato de Tsai China ha logrado arrebatarle siete aliados a Taiwán en una demostración de poder político y económico tejiendo un cerco alrededor de la antigua Formosa en sus intenciones de aislarla internacionalmente. Sin embargo, Taiwán cuenta con un poderoso aliado, EEUU, consciente del rol de la pequeña nación asiática en el estrecho, suficiente como para jugar un papel de contención a las pretensiones de China en esa zona del pacífico y del Mar Meridional de China.

 

 

 

 

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